La familia es un factor importantísimo a la hora de adquirir hábitos de conducción, tanto buenos como malos. Los malos hábitos al volante aumentan la posibilidad de sufrir un accidente; además, entorpecen la circulación y son un peligro para la seguridad vial. De ahí la importancia de adquirir buenos hábitos de conducción.
En las redes sociales de Escuela de Conductores ya hemos hablado de los malos hábitos. Algunos de los más repetidos y normalizados (a nuestro pesar) son: exceso de velocidad, uso del teléfono móvil sin manos libres, no descansar lo suficiente… Estas actitudes y manías al volante en muchas ocasiones se adquieren por copiar y reproducir lo que se ve alrededor, principalmente, en el núcleo familiar.
La actitud de padres y hermanos cuando se ponen al volante es algo que va a influir en la conducción de quien lo ve y, en especial, en aquellas personas que precisamente se estén sacando el carnet de conducir. Por eso, en muchas ocasiones, los jóvenes que están involucrados en un accidente o han sido multados son hijos o hermanos de familiares sancionados. Otro gran grupo social que influye en la conducción son los amigos; ver cómo ellos conducen incide mucho en la conducción del otro.
Adquirir malos hábitos al volante es muy fácil y rápido, pero corregirlos es algo que cuesta un poco más. Primero de todo hay que saber identificarlos, y por supuesto conocer y ser consciente de cuáles son los buenos hábitos. Entre estas buenas actitudes al volante están: buen mantenimiento del vehículo, no confiarse, revisar los espejos retrovisores, mirada al frente…
Ver a personas conducir y observar cómo se comportan al volante es algo que sin duda influye en la propia conducción; por ello, se debería inculcar una conducción responsable desde casa, lo más temprano posible. Para una conducción exenta de malos hábitos, lo primero de todo será tener modelos positivos a los que seguir y de los que aprender. Más tarde, es cierto, también se podrá trabajar en las autoescuelas, pero también hay que tener en cuenta que los buenos hábitos y la corrección de los malos dependen en buena parte de la voluntad de la propia persona.
Estos malos hábitos de conducción son perjudiciales tanto para los vehículos como para las personas. Una mala conducción hará que no se conduzca como se debe, algo que puede afectar a la vida útil del vehículo, que puede reducir considerablemente. Y no solo eso, puesto que además el coche tendrá más posibilidades de sufrir averías innecesarias, lo que puede suponer, para más inri, un entorpecimiento en la fluidez de la circulación. En cuanto a las personas, cabe recalcar que los malos hábitos ponen en peligro a quien conduce, a los acompañantes y al resto de personas que circulan libremente por la vía.
La conducción conlleva muchas responsabilidades y tenemos que ser conscientes de los riesgos que supone. Por ese motivo, hay que trabajar en ello, desde las autoescuelas, desde las casas o desde los centros educativos, entre otros. Tengas el permiso que tengas, recuerda lo importante que es conducir de una forma responsable.