La Dirección General de Tráfico (DGT), intensificará, en 2019, de forma considerable las pruebas a conductores para la detección del consumo de drogas.
Se efectuarán 150.000 controles, 50.000 más que los previstos para 2018, una cifra que supone un incremento de estas medidas del 50 %.
Los controles se llevarán a cabo tanto en carretera como en núcleos urbanos, ante la contundencia de los datos de años anteriores, que ponen de manifiesto que se ha producido un importante repunte del consumo de este tipo de sustancias entre los conductores.
Drogas, alcohol y volante: una mala combinación
Las cifras son muy preocupantes, ya que en 2017 se realizaron 89.812 pruebas y se obtuvieron 31.165 positivos, lo que significa que el 34,7 % de los conductores sometidos al análisis conducía bajo los efectos de las drogas.
La mezcla de drogas y volante resulta altamente peligrosa, en todos los sentidos. No solo porque se pone en riesgo la propia integridad física y la de terceros, sino también porque aquellos que den positivodeberán responder penalmente de sus actos.
Todos ellos corren el riesgo de tener que hacer frente a una pena de prisión de entre 3 y 6 meses, una multa de entre 6 y 12 meses o la obligatoriedad de realizar trabajos en beneficio de la comunidad.
Controles: el consumo conlleva la retirada del carné de conducir
Además, sufrirán la retirada del carné de conducir durante un periodo de tiempo que oscila entre 12 meses y 4 años.
Lógicamente, el objetivo de la DGT, con la realización de este tipo de controles, es el de rebajar las cifras de siniestralidad vial, puesto que los datos oficiales ponen de manifiesto que el 43 % de las personas fallecidas en accidente de tráfico había consumido alcohol, sustancias psicoactivas u otras drogas. En todo caso, resulta muy preocupante.
