Conforme avanza el Siglo XXI, el problema de la contaminación causada por el tráfico de vehículos sigue creciendo y situándose en niveles cada vez más preocupantes. Nuestra salud y el clima del planeta se ven claramente resentidos, por lo que debemos tratar de concienciarnos y poner solución.
La contaminación se agrava por los combustibles fósiles, especialmente gasoil y gasolina, en vehículos de transporte de personas y cargas. Los motores de combustión interna emiten gases y partículas que contaminan el medio ambiente, en mayor proporción emiten óxido nitroso, monóxido y dióxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles y macropartículas.
Además de los gases mencionados, los motores a gasolina también emiten compuestos de plomo y pequeñas cantidades de dióxido de azufre y de sulfuro de hidrógeno.
Por todo ello, conviene apostar seriamente por los motores eléctricos, por un eficaz transporte público en las grandes ciudades y, en la medida de lo posible, por los vehículos no contaminantes como son las bicicletas.
Cada vez nos encaminamos más hacia amplias zonas peatonales en áreas céntricas de las urbes con las que se trata de mejorar la calidad del aire, restringiendo también el volumen total de tráfico y generando un ambiente más saludable.
Asimismo, hemos de optar por buenos catalizadores, que consiguen limpiar parte de las emisiones y por el uso de combustibles sin plomo.
En definitiva, la industrialización y actividad económica que supone el transporte de todo tipo de vehículos entre países supone una cuestión a tener muy en cuenta y que no debemos dejar de lado.
