Suele ocurrir que, tras obtener el carnet de conducir y ponerse ya al volante, se olvidan algunos de los aspectos estudiados. Por ejemplo, cómo realizar un correcto mantenimiento del vehículo, lo cual no es importante tan sólo para un buen funcionamiento, sino por la propia seguridad vial. Conducir un coche, conducir una moto o conducir un camión en mal estado puede ocasionar graves problemas no sólo al propio conductor, sino también al resto de personas que circulen alrededor. Por eso, en este artículo, es importante que revisemos periódicamente nuestro vehículo y en especial, unos de los elementos más importantes a la hora conducir: los frenos.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que los discos y pastillas de freno no estén desgastados. Es preciso saber que los frenos delanteros padecen más desgaste, por lo que hay que prestarles más atención que a los traseros. Lo primero que se desgastará serán las pastillas. Si esto sucede, en el cuadro de mandos, normalmente se encenderá un piloto indicativo. Aunque también puede suceder que el vehículo no cuente con este aviso. En este caso, será fundamental revisar periódicamente el líquido de frenos, pues, si se desgasta demasiado, es una señal de que las pastillas no están bien. Otra opción pasa por revisarlas personalmente. Para ello, conviene desmontar las ruedas, comprobar su estado y fijarse en que la hendidura orientativa está aún presente.
Unas pastillas desgastadas, además de ser peligrosas, pueden rayar el disco de freno, lo que hará que la parada sea menos eficaz y se den vibraciones y ruidos. A modo indicativo, una conducción tranquila y sin brusquedades puede hacer que las pastillas duren 100.000 kilómetros o más. Por su parte, los discos de freno pueden llegar a "jubilarse" junto al vehículo. Como se puede ver, tener el permiso de conducir (ya sea carnet A, carnet C o cualquier otro permiso) no es suficiente. Hay que estar pendiente del vehículo continuamente para garantizar la seguridad de todos.