El estrés es algo cada vez más frecuente en nuestras vidas. El ritmo diario de toda la sociedad se ha acelerado considerablemente, de modo que son muchas las presiones y tensiones a las que nos vemos sometidos.
Como conductores no somos ajenos a este fenómeno. De hecho, el estrés influye en nuestra forma de conducir, repercutiendo directamente sobre las tasas de accidentalidad. Además, el propio sistema de tráfico contiene muchos elementos que son una fuente de estrés por sí mismos, como por ejemplo, los atascos de camino al trabajo.
Esto es preocupante, porque el estrés altera las capacidades necesarias para una conducción segura y aumenta peligrosamente el riesgo de sufrir un accidente. Además, no debemos olvidar tampoco que el estrés tiene consecuencias graves para nuestra salud.
Hay una serie de recomendaciones a tener en cuenta, de manera general, para atenuar algunos de los efectos del estrés, como por ejemplo tomar el hábito de levantarse con tiempo suficiente, no con la hora justa, para afrontar tranquilamente cualquier imprevisto de camino al trabajo, procurar dormir las horas necesarias, realizar con cierta frecuencia técnicas de relajación, tener especial precaución con las bebidas estimulantes, como el café o el té, escuchar música relajante al conducir, mantener una dieta equilibrada y parar a descansar las veces que sean necesarias sin marcarse nunca horas de llegada rígidas.