En diciembre, las calles se llenan de luces y decoraciones navideñas, aumentando la iluminación urbana entre un 30% y un 50%, según la NASA. Aunque estas luces aportan un ambiente festivo, también pueden afectar negativamente a la conducción, sobre todo durante la noche.
Las luces navideñas pueden generar deslumbramientos que afectan a muchos conductores, especialmente a quienes tienen problemas de visión como miopía, hipermetropía, astigmatismo o glaucoma. Estas condiciones dificultan la adaptación de la pupila a cambios repentinos de luz, alargando el tiempo de reacción y aumentando el riesgo de accidentes. Este problema es más grave en personas mayores de 50 años y en aquellos con ojos claros, ya que una menor cantidad de melanina en el iris los hace más sensibles a la luz intensa. Además, quienes padecen cataratas pueden experimentar halos alrededor de las luces y un mayor deslumbramiento, lo que afecta aún más su capacidad para conducir con seguridad. Para reducir riesgos, es esencial extremar precauciones durante los desplazamientos nocturnos en estas fechas. Mantener una velocidad moderada y aumentar la distancia de seguridad puede ayudar a minimizar los efectos del deslumbramiento. Además, es recomendable asegurarse de que los faros del vehículo estén correctamente alineados para evitar reflejos innecesarios. Los peatones también pueden sufrir molestias por la intensidad de las luces navideñas, especialmente quienes son propensos a migrañas, ya que la sensibilidad a la luz puede desencadenar episodios de dolor. Las luces navideñas aportan encanto a las ciudades, pero también implican desafíos visuales que pueden comprometer la seguridad vial. Ser consciente de estos efectos y tomar medidas preventivas es clave para disfrutar de unas fiestas sin contratiempos. Precauciones para conductores y peatones
