Conducir bajo los efectos del alcohol, desgraciadamente, es una costumbre demasiado arraigada en Europa. En este aspecto, España no supone una excepción.
Aunque existe una fuerte crítica social a este comportamiento incívico (un 92 % de los jóvenes españoles es partidario de un incremento de las sanciones a quienes incurran en él), la realidad nos muestra que sus consecuencias negativas siguen muy presentes entre nosotros.
Toma nota de estas estadísticas: según un estudio llevado a cabo por el Consejo Europeo de Seguridad del Transporte, el alcohol influyó en un 25 % de la mortalidad en las carreteras europeas durante 2016 (25.670 fallecimientos). Por lo tanto, podemos deducir que separar alcohol y conducción podría haber salvado 5.120 vidas.
A continuación, te presentamos una de las medidas con las que la Unión Europea intenta hacer frente a esta problemática.
Los alcolocks como barreras disuasorias frente al alcohol en la conducción
Los alcolocks son unos dispositivos, también conocidos como alcohol interlocks, que se instalan en los vehículos; y, en los casos en los que detectan que se rebasa cierta tasa de alcoholemia, evitan la conducción del automóvil en el que han sido colocados.
La Unión Europea ha recomendado a sus Estados miembros que estos aparatos empiecen a funcionar en los nuevos vehículos profesionales, como los camiones y autocares, y los de los conductores que se hayan revelado como infractores reincidentes.
Por otro lado, contamos ya con estudios demostrativos de la efectividad, a la hora de reducir la reincidencia del alcohol en la conducción de los infractores, de los alcolocks y su combinación con los programas de rehabilitación adecuados.
En Francia y Suecia (donde fueron inventados estos aparatos) ya se han convertido en obligatorios en los vehículos profesionales de pasajeros y mercancías. Austria, Dinamarca, Finlandia, Bélgica y Polonia también están regulando su uso.
En definitiva, unas iniciativas que RACE y AEA ya reclaman para los autobuses