Conducir una moto es una experiencia irrepetible. La carretera se abre, el asfalto se siente y las curvas se incorporan a un único sistema nervioso formado por el firme, la moto y el piloto. Los libros cuentan mil y una historias sobre las sensaciones que se perciben al volar sobre dos ruedas, pero definirlas es complicado. La moto no se explica, se siente, y mucho más en el lugar privilegiado que ocupa Valencia en el mapa.
La naturaleza valenciana se convierte en un elemento activo combinado con la meteorología, con cada bache, con cada cuesta, con cada kilómetro. Las acciones recobran sentido cada segundo y eso es lo que la mayoría de moteros, por no decir todos, definen como "libertad".
Las ventajas de cabalgar una moto son inabarcables y, contrariamente al pensamiento popular, el impacto en la economía familiar es mucho menor en comparación con el de un automóvil medio, mucho más teniendo en cuenta que son muchas las casas que disponen de dos, tres o incluso más coches en su garaje.
Todo ello está al alcance de la mayoría, si bien es cierto que hay un elemento que no se puede obviar en ningún instante: la seguridad, que es primordial. No son pocos los conductores de coche que actúan en carretera como si las motos no existieran, por lo que la primera ley que ha de asumir todo motorista es que es él mismo y solo él es el principal responsable de garantizar que el viaje que está realizando no se convierta en el último.
Para aprender a correr hay que saber caminar y, en términos de motociclismo, esto implica obtener el carnet de moto. El carnet A permite conducir cualquier motocicleta y conseguirlo está al alcance de cualquier bolsillo. Los jóvenes, los aficionados al motor o a la sensación de libertad tienen la oportunidad de sentirse más vivos que nunca a lomos de una moto.
